La confianza es uno de los pilares fundamentales para construir relaciones sólidas y duraderas en el ámbito de los negocios. Sin embargo, incluso en los entornos más confiables, pueden surgir situaciones imprevistas que afectan el patrimonio de una empresa. Es en este contexto donde la fianza de fidelidad patrimonial se convierte en una herramienta clave de protección. En este artículo, explicaremos qué es este tipo de fianza, quiénes pueden beneficiarse de ella y por qué es una opción inteligente para mitigar riesgos.
La fianza de fidelidad patrimonial es un contrato de garantía mediante el cual una afianzadora se compromete a resarcir a una empresa o institución en caso de que uno o varios de sus empleados cometan actos dolosos que perjudiquen su patrimonio. Es decir, cubre los daños que puedan derivarse de fraudes, robos, estafa, abuso de confianza, malversación de fondos, uso indebido de recursos o cualquiera de los ilícitos contemplados en la cobertura, por parte de un colaborador. Este tipo de cobertura, se vuelve especialmente relevante en puestos de confianza o manejo de bienes, dinero o valores.
Los principales beneficiarios de esta fianza son las empresas privadas, organismos públicos, instituciones educativas y asociaciones civiles que buscan proteger sus activos ante posibles actos deshonestos por parte de su personal. Por ejemplo, una empresa que tiene un encargado de caja o un gerente financiero puede requerir esta fianza como medida preventiva. También es común en instituciones donde hay manejo de inventarios, compras, equipos de alto valor o incluso información confidencial. De esta manera, se protege no solo el patrimonio económico, sino también la reputación de la organización.
Entre las ventajas más destacadas de contar con una fianza de fidelidad patrimonial se encuentran la tranquilidad que brinda al empresario o directivo, la mejora continua de controles internos y la posibilidad de recuperar pérdidas en caso de un siniestro. Además, fomenta una cultura organizacional basada en la confianza y en la responsabilidad profesional. Sin embargo, es importante considerar algunos aspectos antes de contratarla: el llenado del sistema de control interno de la empresa (lo establece la afianzadora), la determinación individual o colectiva en las responsabilidades del personal y el monto de la cobertura. Un buen asesoramiento es clave para elegir la cobertura adecuada a cada perfil de riesgo.
Para ilustrarlo de forma más cercana, pensemos en el caso de una pequeña empresa familiar que, tras años de esfuerzo, ha crecido y cuenta con una plantilla de 20 personas. Uno de sus empleados de confianza, con acceso a las cuentas bancarias, realiza transferencias indebidas durante varios meses. Gracias a que la empresa había contratado una fianza de fidelidad patrimonial, pudo recuperar parte del daño económico y continuar operando sin que esto representara una crisis irreversible. Este tipo de situaciones, aunque desafortunadas, son más comunes de lo que se piensa, y una buena previsión puede marcar la diferencia entre seguir creciendo o sufrir un proceso de ajuste y recuperación que puede ser muy complicado y en la mayoría de los casos, con un mal resultado para el empresario.
En resumen, la fianza de fidelidad patrimonial es una solución efectiva para proteger a las organizaciones contra actos desleales que puedan afectar su patrimonio. Si bien nadie quiere pensar que algo así podría suceder, contar con una herramienta como ésta, puede ser el respaldo necesario para actuar con firmeza y continuidad.
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